En los inicios del cristianismo, el Sanedrín de Jerusalén, perseguía con odio a los cristianos, querían desaparecerlos del mundo conocido, odiaban al bendito señor Jesucristo y a los seguidores de sus sagradas enseñanzas.
Es cuando aparece para favorecer sus adversos planes, el Joven Saulo, que nació en Tarso, en una familia hebrea muy adinerada, descendientes de la tribu de Benjamín, fue circuncidado según las costumbres judías al octavo día de su nacimiento y era un judío de la corriente de los fariseos.
Sobresaliente discípulo del gran rabino Gamaliel, de quien recibió una amplia preparación religiosa, teológica y cabalista. Fue muy respetuoso de las leyes de su pueblo.
Debido a su lugar de nacimiento, Tarso; situada a orillas del mar Mediterráneo, gozaba al igual que su familia de la nacionalidad romana, lo cual, en esa época, era un privilegio. Como parte de su educación, hablaba griego, latín, hebreo y arameo.
Un joven muy apasionado por la religión de sus padres, ofreció con gran fervor religioso sus servicios al Sanedrín de Jerusalem, para perseguir a los seguidores del cristianismo, pues los consideraba un peligro para la religión judía y con gran coraje participó en la muy lamentable lapidación de Esteban.
Conociendo que en Damasco existía un nutrido grupo de cristianos. En su mayoría judíos simpatizantes con las ideas del cristianismo, además los cristianos eran una amenaza, para su amada religión judía. Recibió la encomienda de apresarlos y llevarlos a Jerusalén.
Fue cuando rodeado de sus compañeros, que muy llenos de fervor religioso y fanatizados, pensaban que los cristianos iban a ser abordados por sorpresa y llevados a Jerusalén cargados de cadenas. Cuando un resplandor luminoso lo envolvió y cayó a tierra. Ahí escuchó una potente voz que le decía:
—Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?
Reconoció la presencia del Salvador del mundo, Jesús Cristo. Y turbado por esa presencia divinal y percatándose que había quedado ciego, respondió con gran sorpresa:
—“Señor, no sabía qué al perseguir a los cristianos, que son enemigos de mi sagrada religión, te perseguía a ti”.
El Señor Jesús le dijo entonces:
9:6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer.
9:7 Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie.
9:8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie: así que, llevándole por la mano, metérosle en Damasco;
9:9 Donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió. — Hechos 9:6-9
Es interesante saber que el Señor Jesús Cristo, se apareció en visión de sueños a Ananías, discípulo del apóstol Pedro; a quien le dio instrucciones de cómo ayudar a Saulo. Él Señor le dijo que a partir de ese momento se llamaría Pablo, igualmente le hizo saber que, desde el vientre materno, ya Dios lo había elegido para cumplir la gran misión de ayudar a la humanidad.
Las sagradas escrituras relatan en Hechos 9:10-19 lo siguiente:
9:10 Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y Él respondió: Heme aquí, Señor.
9:11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso: porque he aquí, Él ora;
9:12 Y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
9:13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído a muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalem:
9:14 Y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender á todos los que invocan tu nombre.
9:15 Y le dijo el Señor: Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel:
9:16 Porque yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre.
9:17 Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo.
9:18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fue bautizado.
9:19 Y como comió, fue confortado. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. — Hechos 9:10-19
Pablo, sorprendido grandemente, por la claridad de la doctrina de Cristo, comprendió que aclaraba dudas, que tenía de su muy amada religión judaica y que éste, era un judaísmo revolucionario, que ofrecía con mayor claridad, los conocimientos necesarios, para recorrer el camino que conducía al reino celestial.
Dijo a Ananías, que estas enseñanzas tan extraordinarias, debían trasmitirse a toda la humanidad. Ananías entonces le manifestó, que solamente era para los judíos. Pablo le aclaró, que él llevaría esta gran sabiduría a todos, sin importar que fuesen de otras culturas y religiones, por ello a Pablo se le considera: “El gran apóstol de los gentiles”
Pablo de Tarso fue el treceavo apóstol del Señor Jesucristo, con gran fervor predicó el cristianismo a todos los pueblos conocidos, fueron muy extensos sus viajes misionales, por Grecia, Siria, Asia Menor y Palestina. Predicó la palabra del Señor en los pueblos más importantes del imperio romano, Corinto, Antioquia, Roma y Éfeso.
Sus escritos, conciliaron la cultura helenística, ampliamente conocida en los pueblos mediterráneos, con las enseñanzas del cristianismo, y forman parte de más de la mitad del nuevo testamento.
Combatió el fanatismo de los apóstoles y discípulos, quienes consideraban que, para ser cristianos, debían circuncidarse y cumplir las leyes primordiales del judaísmo.
Epístolas Paulinas:
La Primera epístola a los tesalonicenses
La Epístola a los filipenses
La Primera epístola a los corintios
La Segunda epístola a los corintios
La Epístola a los gálatas
La Epístola a Filemón
La Epístola a los romanos
Hasta el último día de su vida, fue un gran predicador de las sagradas enseñanzas del divino Redentor de la humanidad, fue perseguido por esta razón, hecho prisionero y finalmente murió decapitado, en el año 62 en Roma, por órdenes del emperador Nerón.
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