La Depresión, el enemigo oculto

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Todo el mundo conoce la depresión y nadie sabe realmente lo que es.

De acuerdo con la OMS:

  • La depresión es un trastorno mental frecuente. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.
  • La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad.
  • La depresión afecta más a la mujer que al hombre.
  • En el peor de los casos, la depresión puede llevar al suicidio.
  • Hay tratamientos eficaces para la depresión.

Factores contribuyentes y prevención

La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen más probabilidades de sufrir depresión.

A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.

Hay relaciones entre la depresión y la salud física; así, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.

Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes.

La depresión en mi muy particular punto de vista y experiencia se puede comparar, al hecho de haber caído en un rio crecido, que sus corrientes nos llevan, sin nosotros tener control, que aunque seamos buenos nadadores, sentimos como la corriente nos arrastra, luchamos, pero con el pasar de los minutos u horas sin lograr salir de ahí, sentimos nuestras fuerzas desaparecer; la desesperación se apodera de nosotros y vemos que la muerte es inminente, sabemos entonces que necesitamos la ayuda alguien quién desde afuera, pueda brindarnos auxilio.

Es cuando la ayuda de los seres queridos y la orientación de un profesional calificado, bien sea psicólogo o psiquiatra, nos resulta ampliamente necesaria para lograr salir de las caudalosas aguas del rio de la depresión.

Durante los picos más bajos de la depresión cualquier esfuerzo es demasiado: levantarse de la cama o el sofá, bañarse, decidir qué comer o simplemente comer. La sensación de inutilidad, de ser un estorbo o una pesada carga para los demás es parte del paseo, un paseo muy pesado que lo es aún más si por evitar molestar a quienes nos rodean nos ponemos una máscara de felicidad bajo la cual ocultar el dolor y la tristeza constantes.

Si ha identificado en usted o en un ser querido los síntomas de la depresión, busque ayuda profesional, rodéese de quienes le quieren y valoran, siga luchando un día a la vez, sin pensar en el futuro. Reconozca sus valores y virtudes, aprécielas y profundícelas. Busque hacer cada día al menos una cosa que le de satisfacción, algunos encuentran dicha en recibir, pero otros la descubren en dar; puede dar su tiempo a causas nobles.

Y ante todo recuerde el inmenso poder que la oración tiene, refúgiese en Dios, ore todos los días, cada que lo necesite aún si al principio siente que sus palabras son lanzadas al aire hágalo, poco a poco podrá sentir el amor de Dios rodeándole:

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.

Isaías — 41:10

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.

1 Pedro — 5:7

Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.

Salmo — 9 4:19

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